Casi quince primaveras

Carla nace en un pueblo llamado Nuevo Baztán, ubicado en Madrid, España. Vive con su madre María, su padre David y sus dos hermanos, Carlos y Alberto. Al contrario de ser una buena noticia, su nacimiento fue la mayor desgracia para su familia. Aun así, Carla, con el tiempo, siguió creciendo junto a su madre, pues su padre murió junto con sus dos hermanos, que tan solo tenían 5 años.

Cuando Carla tiene 14 años, a punto de cumplir 15, su mamá le presenta a Luis, ahora su padrastro, que llega a vivir con ellas. Carla, de forma arrogante, lo saluda y se fija en que este hombre es mucho mayor que María, puesto que casi le duplica su edad.

Con náuseas, Carla se va a la Universidad. En el camino se siente observada, al igual que todos los días, por unos hombres que simplemente fuman en las calles de su pueblo. Aun así, Carla seguía pensando en su padrastro y lo raro que la miraba cuando lo conoció. De regreso a casa, Carla no encuentra a su madre. De repente, escucha la voz ronca de Luis: «Carla, Carla, Carla, hija mía, ve a comprar carne para el almuerzo, ¡mi amor!». Carla sorprendida le dice: «¿Mi amor?». «Sí, sí…», respondió él. Carla, al regresar a casa, decide manifestarle a su madre lo ocurrido, a lo que María le dice: «No te preocupes, él te lo dice de cariño. Con el tiempo cada vez se vuelve más normal estar a solas con Luis».

Una noche en la que Carla no puede dormir, baja a la cocina y se encuentra a su padrastro viendo televisión. Carla, sorprendida al verlo, deja caer un vaso. Luis le pregunta qué hace despierta tan tarde y Carla, asustada, sale corriendo hacia su habitación. Su padrastro la sigue, fuerza la chapa de la puerta, hasta que logra entrar. Entonces, agarra a Carla por el cabello, le tapa la boca, le susurra cosas al oído, le pasa su mano por el abdomen, mientras ella lucha por soltarse de él; pero no lo logra, hasta que, por fin, “ve la luz”.

Su madre llega en la madrugada, ve el vaso en el suelo, sube a revisar la habitación de Carla y no la encuentra. Asustada, busca a Luis y le pregunta por su hija. Él le dice: «Salió. Yo le di permiso para ir a una fiesta». A pesar de esto, su madre, un poco dudosa y preocupada, se acuesta a dormir, ya que recién llegaba del trabajo. Después, cuando la mañana ya había avanzado un poco, María aún no ve a Carla, pero, como debe ir a trabajar, decide creer que su hija todavía estaba donde su amiga.

En la noche, al igual que las dos veces anteriores, Carla no estaba. Su padrastro finge estar preocupado y habla con María, para ir a poner una denuncia por desaparición. Sin embargo, la investigación policial condujo a hallar el cadáver de Carla, totalmente irreconocible, en una alcantarilla cerca de su casa. Una de las hipótesis era que su padrastro abusó de ella, la noche de la supuesta fiesta, la cual nunca fue confirmada al preguntarle a la amiga de la joven. Su madre, no contenta y desconsolada, llora por confiar en alguien, creyendo que era el amor de su vida, cuando, en realidad, perdió su verdadero amor.

Autor: Pablo Pinzón  9-2

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